LOS SIERVOS DE JESÚS Y LA EDUCACIÓN CATÓLICA EN PUEBLA
Entrevista al Padre Francisco Almanza, Superior General SJ
En enero de 2022 los Siervos de Jesús celebramos los 50 años de nuestra fundación, agradeciendo a Dios por los dones que nos ha concedido a través de los distintos apostolados y obras que la congregación lleva a cabo en los lugares donde presta su servicio a la Iglesia. Presentamos una entrevista realizada al Padre Francisco Javier Almanza Terrazas, quien fue Superior General de los Siervos de Jesús hasta julio de 2022.
Pregunta: En enero de este año (2022) se clausuró el año jubilar por el 50º aniversario de fundación de los Siervos de Jesús ¿qué significó para la comunidad religiosa este jubileo?
Respuesta: Ante todo, quiero agradecer la oportunidad de entrar en diálogo con la Comunidad Educativa, con la intención de que sea un canal abierto de comunicación de aquí en adelante.
Tratando de responder a la pregunta, este año jubilar nos ha ofrecido la ocasión de mirar hacia nuestras raíces: origen, primeros pasos, tentativas del modo cotidiano de vivir una llamada divina…
Siempre es bueno conocer la historia personal y saber que la historia es “maestra de vida”. Enseguida, estamos comprobando una experiencia que aquí en Puebla, ha sido muy clara
La Iglesia es Madre. Madre paciente, comprensiva, consoladora, tierna. Desde hace 48 años llegaron nuestros primeros hermanos a esta bendita Arquidiócesis y tanto Don Rosendo Huesca (Q.E.P.D) como Don Víctor Sánchez, nos han soportado y permitido ofrecer nuestro ministerio entre las comunidades y las personas -muy amables- que hemos conocido.
Y ni qué decir de los hermanos sacerdotes, siempre disponibles y cercanos. Con ocasión de la pandemia, los seis sacerdotes -contando solo los que estamos en esta Arquidiócesis- que nos hemos contagiado, podemos asegurar la cercanía de amistad y oración de esta ciudad.
Es un agradecimiento enorme por su caridad. O sea, el jubileo se enmarcó en la pandemia y desde ahí, las gracias de oración, afecto, generosidad y apoyo de todo tipo a nuestras necesidades.
Dios es el ÚNICO que de los males saca bienes.
P: ¿Podría explicarnos algo acerca del “carisma” o “misión” de los Siervos de Jesús? ¿Quiénes son los Siervos de Jesús?
R: Los Siervos tenemos como misión el ayudar a descubrir una respuesta existencial a la pregunta: ¿para qué estoy en este mundo?
Como se puede entender, tal cuestionamiento es crucial en la vida. ¿Realmente hay un para qué en mi vida? No estoy de casualidad ni por azar o equivocación, estoy porque tengo una MISIÓN.
Los Siervos de Jesús ofrecemos una herramienta adecuada para responder libre y personalmente: Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.
Como Instituto Religioso, caracterizado por nuestra opción por la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, queremos vivir en un discernimiento cotidiano sobre la voluntad de Dios en el día a día. Y esta misma experiencia la deseamos compartir con los demás.
Ese es nuestro apostolado: recordar que Dios habla, DIOS NOS HABLA CADA DIA
Basta con abrir nuestros oídos, basta con estar atentos a su voz.
P: En este contexto, ¿Cómo surgió la idea de abrir un colegio?
R: La idea de tener presencia en la educación viene desde los orígenes de nuestra fundación. El P. Pepe -José Pereda- nuestro fundador, siempre habló de tener un apostolado educativo. Siendo así, esta inquietud se concretó a través de los PP. José Manuel Torres y Francisco Peláez, fundadores del IMC.
Precisamente, gracias a los ejercicios espirituales, buscaron y hallaron el método del P. Pierre Faure S.J. (jesuita), centrado en el carisma ignaciano, para evangelizar en la enseñanza.
P: ¿De qué manera el carisma de los Siervos de Jesús se refleja en el colegio?
R: Con todo respeto, esta pregunta la podrán responder mejor los alumnos que son los actores directos del método. Lo que puedo decir es que una de las ideas centrales de la espiritualidad ignaciana es la libertad interior y, ya que “la Verdad os hará libres” (Jn 8,31), esperemos que los estudiantes manifiesten esta libertad evangélica en su vida cotidiana.
P: ¿Qué importancia tiene la presencia de la Iglesia en el ámbito educativo para la formación integral de las nuevas generaciones?
R: Es una presencia de conversión, es una presencia de humildad.
Debido a que todos tenemos las consecuencias de la ignorancia y del error en nuestros orígenes, ambos factores son atendidos con la humilde recepción de la verdad y con la humilde aceptación de la posibilidad de equivocación que todo proceso de aprendizaje conlleva
P: En un contexto tan cambiante y con una gran variedad de desafíos en la sociedad actual ¿cómo ven los Siervos de Jesús al Instituto Miguel de Cervantes en el futuro? ¿Qué desearían?
R: Me es difícil ver hacia el futuro al IMC puesto que es una obra humana, sujeta a la condición de creatura: frágil, vulnerable y temporal. Dado que ha nacido como fruto de discernimiento y oración, solo seguirá si es fiel a la voluntad de Dios. Si somos fieles a lo que Dios quiera, permanecerá tanto cuanto Dios quiera.
Ahora bien, si se me permite “soñar” yo diría que sueño con un juego: que la educación sea un juego de sana competencia por la alegría de la fe, sana competencia por la amistad con la verdad, sana competencia por el servicio de la voluntad que adquiere hábitos de bondad.
No competir para ganar, no competir para aplastar, no competir para humillar.
Por razones de esta pandemia nos encontramos con el sorprendente deseo de muchos estudiantes que desean ir a las aulas, con sus compañeros. Este deseo, hoy tan inmaduro, puede ser orientado hacia cumbres de virtudes y de nuevas iniciativas.
P: ¿Qué consejo podría darles a las familias, amigos, colaboradores del IMC para afrontar con ánimo y liberalidad el “reto educativo”?
R: El reto educativo es tarea común: entre papás, personal docente, comunidad educativa, comunidad de fe y, por tanto, cada uno de nosotros tenemos un papel personal y a la vez comunitario.
El papel personal lo vamos descubriendo en la oración cotidiana y como tal,
es para el camino de conversión de cada uno hacia la VERDAD que es Cristo.
Esto implica el reconocimiento de que somos discípulos del MAESTRO.
Él nos va enseñando cada día a colaborar. Sin esta oración cotidiana, nuestra labor corre el riesgo de obstaculizar la voluntad de Dios. Y, como además es una labor comunitaria, también cada día, de una manera maravillosa y real, vamos descubriendo cómo Dios actúa en los alumnos, padres de familia, personal docente y administrativo… en todos, para poner nuestro granito de arena en esta obra, que no tiene otro fin que ayudar a la salvación de las personas.
Porque como dice un viejo adagio: “el que se salva sabe… y el que no, no sabe nada”.
P: ¿Algo que le gustaría añadir?
R: Como mencioné al principio, mi deseo es que estas respuestas puedan animar a quien nos haga el favor de leerlas, a un diálogo creciente en nuestro común anhelo de ofrecer un ideal de vida a las nuevas generaciones.